lunes, 25 de octubre de 2010

"Troglodita"

Esta mañana al salir de la ducha miré la silueta de mi cuerpo en el espejo aún empañado y con algo de susto pasé la toalla sobre él. Lo que vi no me gustó.
Ay Dios mío, ¿por qué la naturaleza es tan dura con nosotras?
Esa lesera de la ley de gravedad sólo existe con nuestras pechugas…la celulitis únicamente ataca nuestros glúteos , ¿o alguna vez has visto un hombre celulítico?…las arrugas en la cara cada vez más marcadas…obvio, las eternas tardes de sol de todos los veranos ya nos están pasando la cuenta…claro, además el haber tenido cuatro hijos, con la guata que se estira, que se encoge, con los kilos que se te quedan y nunca más se van, con las estrías horrorosas que tapamos con baba de caracol hasta que nos da el presupuesto (pta´ la guea cara) y ellos?, Ja, ellos.

Lo único que les interesa es tirar a lo bruto, ver fútbol, juntarse con sus amigos a hablar de más fútbol, de minas, de pega…ayyy, si son tan básicos los pobrecitos.
Anda a pedirle el control remoto, anda a agarrar el diario del domingo antes que él, anda a cambiarle los goles de las noticias – que por cierto ya han visto en todos los canales, de todos los ángulos y de todos los equipos de aquí, de allá, del Villa no se cuánto del Pellegrini – que en todo caso es harto tincudo-, del Mago, del Pitbull, del Matador, ah nooo…
Eso si debo reconocer que cuando muestran los goles de los italianos, de reojo veo esos adonis de potito bien parado y piernas musculosas...mmhhh, son de partirlos con la uña.

Bueno, volvamos a los lindos, los bombones o sea nuestros hombres, que nunca han tenido un dolor más fuerte que el de una espinilla en el trasero, porque,  ¡Por Dios que son cobardes!.
Fíjate que el otro día a mi marido le dio por jardinear. Se gastó cómo treinta lucas en el Homecenter en guantes, herramientas, un sombrero horroroso, abono del más caro, y no se cuanta lesera más. Salió al jardín con todos sus juguetes nuevos y por supuesto con un trago en una de sus manos…¡Gorda! Me puedes pasar la regadera, ¡Gorda! Me puedes dar el agua….¡Gorda! me traes más hielito…ah no. Aparte de cómodo, cómo muestra de cariño me dice Gorda...es de no creerlo.

Bueno, la cosa es que a los quince minutos “The New Gardiner” gritó cómo si hubiese parido un hijo. Su cara era de un dolor increíble. ¡Mierda! Grité asustada, se enterró el azadón en la mano, o pasó a llevar un cable eléctrico y le llegaron mil custiones de volts - ¿creo que se dice así no?– Ese grito era para la Urgencia de la Alemana.
Corrí por sexta vez a su lado, esta vez sin ningún encargo suyo en mis manos, para ver su desgracia…se había rasguñado con una espina del rosal la muñeca…no hay valor, que atroz.

Ah y si hablamos de cuando les baja la onda culinaria y un domingo en la mañana te dicen. Mi amor, hoy yo cocinaré…todas sabemos que tendremos el doble de pega.
Primero, le piden a la nana que les pique cebolla, pimentón, cebollines, zanahorias y perejil…a uno de los niños les da una luca para que le expriman los limones…me pide la tabla de cortar, me pide la olla, me pide la fuente, me pide la sartén… ¿Te puedo pedir un favorcito más?, prende el fuego con la sartén con un poquito de aceite ¿ya mi amor?. Su majestad se dispone a hacer sofrito, cómo si de ello dependiera la carrera espacial de la Nasa (¿es que no tienen idea que todos los días en la casa se hace sofrito?)
Toman la tabla con todo lo que picó la nana y con el cuchillo más grande, por que eso si que es un must, el cuchillo mientras más grande, más power ¿me captas?. En un acto de concentración absoluto, arrastran todo hacia la sartén ya caliente que empieza al tiro a chisporrotear…Mmhhh, que rico olor nooo!?. Jura que él inventó el olor de la cebolla y del pimentón friéndose.
Amor, me pasa los aliños…y ahí va la tonta que está al otro lado a buscarle los frasquitos para qué él juegue al Chef…Él, con una concentración increíble revuelve y ve las etiquetas. Determina seriamente que adobará la carne con pimienta, aliño completo, comino y orégano, por que no tiene idea de para qué es el romero, o la salvia y mucho menos el azafrán.
Acuérdate de la sal hay que insinuarle. Gorda, me das una cervecita please… mientras se la sirvo le recuerdo que hay que sellar la carne en una fuente …Gorda ¿esta fuente se puede poner directo al fuego? – pregunta que hace cada vez que le paso un pyrex - y la nana, lava que lava todo lo que su majestad ha ensuciado, y la tonta, o sea yo, ordena que te ordena por que el caos en todos los mesones de la cocina es impresionante.
Un mérito a destacar. Ya saben prender el horno. Dejan la fuente con la carne en el horno y sonrientes se van a la terraza con el delantal puesto para que los niños recuerden su brutal trabajo, y obviamente, con una cerveza en la mano.
Yo voy al horno, lo abro sin que se de cuenta y le hecho un poquito de vino blanco y pongo el alusa foil pa que la guea no se seque…
Lo peor. La carne queda rica y los niños dicen. “Papá, que rico te quedó el almuerzo”.

Y ahí viene el corolario de todos los domingos. La siesta.
Son tan poco dignos por Dios. La ponchera al aire, la boca abierta cómo el túnel Lo Prado y un solo un calcetín puesto. Una mano sostiene levemente el control remoto y con la otra se rasca sus cosas!!. Ay, y empieza el festival del ronquido.
Allí es cuándo agarro a mi hija y nos vamos al Alto a vitrinear, a tomar un heladito o  sólo a caminar para no tener que soportar los estertores "morfeísticos" del Súper Chef.

Vuelvo a eso de las seis, “happy happy” por que era el 2x1 en Falabella y nos compramos un par de lindos pitillos con mi niña.
Entro calladita al dormitorio para no importunar a mi troglodita y no hago más que sacarme el pantalón para probarme mi nueva adquisición, cuándo siento su mano en mi trasero. Me doy vuelta y allí está él, con el pelo pegado en la frente, con las marcas de mis cojines de hilo en la mejilla, sonriendo con un perejil en el diente y con una mirada libidinosa – que por cierto, él jura seductora – mientras golpea con su mano la cama para que me entregue a él….Nooooooo, no hay valor…y más encima se amurra porque con mucho tacto le digo que no.
Suelta su última herramienta de seducción y subiendo la ceja te dice “imagínate que soy tu Brad Pitt”…juuuaaa.
Ay a propósito, vieron a Brad Pitt en su última película, mmmmhhh, caramelo; o a George Clooney o a Miguel Bosé…mijitos todos, uy pero están tan lejos…¿Qué tincudo tenemos cerca?...El Rudolphi no lo hace nadita de mal eh?, mmhh, el ministro Velasco ta bueno bueno, pero es medio gansito eso si. A veeer, el Jordi es un desperdicio que sea gay, ah ya sé. Camiroaga…¿pero, será del otro lado?, eso dicen. Igual es regio el huevón.

En la noche, cuando estoy preocupada de armar las mochilas de colegio de los niños, de bañarlos, de ponerles pijama, de controlar que se laven los dientes, el espécimen macho de la casa llega al dormitorio y se pone a jugar a la lucha con ellos. Almohadas van, cojines vienen…no hay salud.
Exploto.

¡Basta!, ya es hora de dormir grito. Las miradas de los niños y la de él muestran incredulidad…(shhh, la mamá está un poco tensa les dice en voz bajita y cómplice). Una vez más soy la mala de la película…me importa un bledo.

Ya acostada, con mi libro de la Isabel Allende abierto, los niños durmiendo o al menos callados, mi compañero de cama, despreocupadamente mientras juega con el control remoto, dice: “Ah, mañana vienen a comer los de mi equipo de fútbol, pero no te preocupes, haré una asadito, ni te darás cuenta”
¿Pero cómo se le ocurre invitarlos sin avisarme?. Si no es para tanto gorda, tú los conoces a todos, son buena onda…
Sólo figurarme una vez más a esa docena de trogloditas en la casa, tomando cómo caballos, riéndose de puras estupideces, comiendo carne con la mano junto a la parrilla y yo y la nana haciendo ensaladas, papas mayo, pebre, poniendo la mesa, lavando vasos – porque ningún hombre es capaz de usar el mismo vaso dos veces, la neurona no les da, te lo juro- y fuman y botan las cenizas a la terraza habiendo cinco ceniceros, pero no, no los ven.
Me tengo que lucir, pongo un lindo mantel, velas, servilletas de género, los cubiertos de la caja que nos regalaron para el matrimonio, loza más fina y por supuesto un par de toques femeninos y…¡¡¡Lo felicitan a él!!!.
¡Puta compadre, tu señora es a toda raja; ¡Oye te sacaste la lotería con tu mujer!; ¡La tenís bien adistradita ah!; ¡Debís tener tu gracia guatón pa que la flaca te quiera tanto!...y a mi con suerte, uno de ellos me dice que su mujer, la Fran, me mandó cariños y que no sabe cómo tengo paciencia para invitarlos a la casa cada vez que se reúnen. Una sonrisita estúpida es mi única respuesta.
El resto de la noche, su conversación gira en torno a la pelotita, al gol, al foul, al penal…Dios mío, ¿que es más atroz que un troglodita?…una docena de trogloditas.

La mañana siguiente después que su majestad se ha ido con todos los niños. Me ducho.
Al salir de la ducha miro la silueta de mi cuerpo en el espejo aún empañado y con algo de susto paso la toalla sobre él. Lo que veo me encanta.
Ay Dios mío, gracias por haberme concebido el privilegio de ser mujer.

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